Un show de fe libertaria con enemigos a la carta

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Milei cerró la Derecha Fest en Córdoba con dardos a Villarruel, discursos de odio y promesas de gloria electoral. Entre arengas, insultos y celulares como armas, el oficialismo reafirmó su núcleo duro.

Por Punto G redacción

A metros del aeropuerto de Córdoba, en un hotel de estilo ejecutivo, el oficialismo montó su espectáculo de reafirmación ideológica. Con estética de festival, nombre provocador y un menú de discursos que fueron desde el negacionismo hasta la prédica digital, la “Derecha Fest” funcionó como acto de campaña, liturgia de autoafirmación y espacio para ajustes de cuentas internos.

El cierre estuvo a cargo del presidente Javier Milei, que no escatimó en grandilocuencias. Se definió como líder de “el mejor gobierno de la historia”, elogió a Sturzenegger, celebró haber hecho “2800 reformas estructurales” y anticipó un resultado sorpresivo en las legislativas: “Muchos se van a sorprender en octubre”, dijo, en medio de cánticos libertarios y referencias al “jefe”, Karina Milei.

El mandatario también se refirió al acuerdo con el PRO para competir bajo el sello de la alianza La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Lo hizo como quien da por cerrada la etapa fundacional y proyecta una segunda fase con ambición mayor: “Imagínense si hoy, con solo el 15% de los diputados y el 10% de los senadores, logramos esto…”.

Una cruzada con blancos múltiples

El evento fue más que un acto. Fue una plataforma para reafirmar líneas ideológicas, endurecer el discurso y polarizar no solo con la oposición sino también con quienes ya fueron parte del espacio. El blanco principal fue Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación, a quien Milei llamó sin rodeos “la bruta traidora”. Fue en alusión a su voto en el Senado y a su postura sobre aumentos de gasto público. En un momento, incluso, se proyectó una entrevista suya en pantalla y parte del auditorio estalló en insultos.

“Estamos en guerra”, advirtió Milei. “Y la única forma de vencer es bien organizados. Unidos, fieles al propósito. Ellos quieren un país de pobres y sometidos; nosotros queremos un país próspero y libre”, sentenció.

También volvió a cargar contra lo que llama “el partido del Estado”, al que acusó de haber sido “una causa perdida” y señaló: “La gente no los quiere ver ni en figuritas”. Su discurso, como es habitual, alternó datos discutibles con frases de tono profético: “En un mes hicimos el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad”.

Influencers, apóstoles y moral de mercado

El programa del evento combinó paneles con títulos provocadores, discursos de tono mesiánico y presencia de influencers y teóricos libertarios. El youtuber “Gordo Dan” tomó el micrófono para proclamar que “el celular es el arma más poderosa de la historia” y definió a los asistentes como “los pequeños brazos armados en defensa de la libertad”.

Javier Negre, periodista español que fue expulsado de El Mundo por difundir información falsa, lanzó: “No odiamos lo suficiente a los periodistas. Y yo soy uno de ellos”. A su lado, el estratega estadounidense Alex Bruesewitz —vinculado al trumpismo— aportó la cuota internacional a la escena.

Agustín Laje, por su parte, ofreció una conferencia titulada “Malvados: anatomía moral de la izquierda”, donde elaboró una tesis sobre la envidia como motor ideológico del progresismo. Apoyado en pasajes bíblicos y referencias a Nietzsche y Freud, sostuvo que “la justicia social” es una invención de quienes “quieren bajarte en lugar de superarte”.

“La izquierda concibe la riqueza como una torta fija. Proponen repartirla en porciones iguales. La derecha, en cambio, promueve la autosuperación”, argumentó. Su exposición fue recibida como “clase magistral” por el público y celebrada por Milei, quien se abrazó con él al llegar al recinto.

Los márgenes del discurso

Hubo más. El escritor Nicolás Márquez, biógrafo presidencial, acusó a la izquierda de “matar niños con el genocidio del aborto”, afirmó que “no estamos en un país normal ni en una democracia normal” y pidió “aplastar políticamente a los enemigos”. También cargó contra Villarruel: “Roma no paga traidores”.

La pastora Evelin Barroso, el evangelista Gabriel Ballerini y el cineasta Diego Recalde sumaron su voz en defensa de la “vida”, de los empresarios como “revolucionarios” y contra lo que consideraron el tamaño desmedido del Estado. “Tiene el tamaño de un elefante y debería ser un león”, graficó Recalde.

La estética fue clara: pantallas con banderas argentinas y estadounidenses, mensajes de exaltación patriótica, ovaciones a Karina Milei y un clima de camaradería militante que cruzó lo místico con lo digital.

Lo que se dice y lo que se omite

El evento fue presentado como un “megaevento” libertario. Sin embargo, no agotó las entradas y el lugar —el Quorum Hotel, con capacidad para 2.500 personas— marcó un contraste con las convocatorias masivas que Milei tuvo en Córdoba durante la campaña.

También quedó sin respuesta una pregunta que circula desde días antes: ¿de dónde salen los fondos para esta maquinaria propagandística? La publicidad en redes, vía pública y el despliegue técnico demandan una inversión que no condice con la narrativa de la austeridad extrema.

Uno de los organizadores fue Erick Kammerath, sobrino del exintendente Germán Kammerath, destituido y condenado por corrupción. Un apellido que conecta con la historia reciente del menemismo, pero que reaparece ahora como engranaje del nuevo oficialismo.

Una liturgia para los convencidos

A contramano de la idea de apertura o conquista de nuevos públicos, la Derecha Fest pareció más bien un acto de reafirmación. Una suerte de misa libertaria para los ya convencidos, donde el enemigo está en todas partes y la salvación depende de la palabra, el algoritmo y el milagro del ajuste.

“Somos reformistas extremos”, dijo Milei. Y prometió seguir borrando “cien años de legitimismo”. La historia, como siempre, dirá si se trató de una revolución o de un espejismo.

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